jueves, 29 de julio de 2010

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BH

De la educación al aprendizaje:
Narrativas, herramientas tecnológicas y marcos institucionales judíos
Joshua Kullock
(twitter: @kullock)

Witold Gombrowicz nació en Polonia y falleció en Francia, pero durante más de dos décadas vivió en la Argentina. Llegó a tener tal dominio del idioma, que durante esos años de exilio tradujo su novela Ferdydurke del polaco al español. Dicha novela, entre otras cosas, incluye una crítica feroz del sistema educativo imperante en aquella época, sistema que por momentos pareciera seguir vigente también en algunos marcos de nuestros días. Por ejemplo, así se expresa el director de la escuela descripto por Gombrowicz:

“Créanme que los adultos, artificialmente por nosotros infantilizados y achicados, constituyen un elemento aun más propicio que los niños en estado natural. ¡Cucu, cuculao, sin alumnos no habría escuelas y sin escuelas no existiríamos nosotros! […] El cuerpo [docente] está bien elegido. Aquí no hay ni un solo cuerpo agradable, simpático, normal y humano, son sólo cuerpos pedagógicos como ya ve, y si la necesidad me obliga a tomar algún nuevo maestro, siempre me cuido mucho que sea profunda y perfectamente aburridor, estéril, dócil y abstracto […] Ninguno de ellos tiene un solo pensamiento propio; y si lo tuviese ya me encargaría de echar al pensamiento o al pensador. Esos maestros son perfectos alumnos y enseñan solo lo que aprendieron, no, no, no queda en ellos ningún pensamiento propio.” (Gombrowicz, 1964:41-42)

En el ámbito de la academia, las críticas a los sistemas educativos presentados irónicamente por el novelista polaco no se han tardado en aparecer. Lo mismo ha ocurrido con el acontecer de la educación judía contemporánea. En este contexto, por ejemplo, Bekerman y Kopelowitz (2008) sostienen que, de acuerdo a datos estadísticos recopilados en los últimos años, la educación judía no tiene ninguna influencia en los razonamientos morales de los alumnos, en comparación con niños estudiando en colegios públicos. Esto se debe a una variedad de factores, entre los que se cuentan el hecho de que lo judío se reifica y reduce a compartimentos espacio-temporales específicos los cuales pierden toda relación de continuidad con la vida de los actores (tanto docentes como alumnos), transformándose en contenidos disociados de la realidad. Asimismo, muchos docentes siguen trabajando bajo el paradigma que sostiene que el conocimiento es transferible, marcando una clara diferencia entre aquellos que saben y deben dar y aquellos que no y no pueden más que recibir. Este modelo anestesia y paraliza, y por lo general lo único que asegura es el fracaso de un aprendizaje significativo. En consecuencia, como dice Jacques Ranciere:

“Hay incapacitación cuando una inteligencia se subordina a otra. Una persona – y un niño en particular – puede necesitar de un maestro cuando su propia voluntad no es lo suficientemente fuerte para encarrilar y lograr que permanezca en ese carril.” (Ranciere, 1991:13)

Si nuestra misión consiste en construir espacios que inviten a que todos los involucrados puedan aprender mutuamente, es necesario repensar la tarea docente. En lugar de posicionar al maestro como dueño de todo el conocimiento a ser impartido, algo que resulta cada vez más insostenible desde todo punto de vista, los maestros, profesores o coordinadores de un espacio educativo deberían transformarse en los facilitadores de dicho espacio, con la importante tarea de apuntalar voluntades, trabajando de manera creativa en propuestas que puedan disparar la curiosidad y el interés de los niños, adolescentes y/o adultos que compartan ese momento. En este sentido, y como bien escribe Lave (1996), la manera en la que nosotros conceptualizamos la enseñanza tiene que ser repensada desde la perspectiva que toma a los aprendices (y por tanto al aprendizaje) como fenómeno fundamental, y no al revés. Es a partir de ellos que tenemos que construir, diseñar y proponer los marcos, a fin de que – aun sin contar con absolutamente ninguna garantía de nada – podamos aspirar a que lo judío no quede marginalizado en la vida de los estudiantes, siendo catalogado no solo de irrelevante y abstracto sino también de arcaico y obsoleto.
En este sentido, quiero compartir en esta oportunidad dos herramientas que me parecen fundamentales para encarar la tarea educativa en los marcos institucionales judíos desde la perspectiva del aprendizaje.
Creo que la herramienta más importante con la que contamos para construir espacios relevantes y concretos en nuestras instituciones es el de recuperar las narrativas. En el afán de hacer del judaísmo un sistema lógico y racional adaptable al mundo moderno, muchas veces hemos reducido nuestra tradición a un sistema de nombres y símbolos con los cuales no tenemos mayor relación que la repetición de dichos datos. Hemos disociado esos nombres y símbolos de los valores de cada rito o festividad, y no logramos encontrar la manera de zanjar la brecha entre ellos. Recuperar los relatos puede ayudarnos en esta tarea. Las narrativas son herramientas poderosas para generar sentido y producir una conexión profunda entre las personas, ya sea con lugares específicos, con fechas determinadas, o con una tradición que nos precede e interpela. No por casualidad, Rabi Najman de Breslav solía decir que:

“No hay nada que reconforte el alma, que purifique el corazón, que aclare el entendimiento y que pueda acercarte a tu padre que está en el cielo, como un cuento, un relato, una historia. Tal es así que el Santo Bendito Sea comenzó la Tora con el relato de la creación del mundo.”

Más aun: estos relatos no deben ser trabajados como textos canonizados e inmóviles, sino todo lo contrario. Si trabajamos las narrativas desde este paradigma cerrado, terminaremos por apagar todo el interés que las historias puedan generar. Serán relatos tan alienados de la realidad de los aprendices como los nombres o símbolos de las festividades. Nuestra responsabilidad como educadores es la de proponer un marco educativo abierto que posibilite a los aprendices ir armando su propio relato a partir de la utilización que ellos puedan hacer de los recursos propios que ofrece nuestra tradición. En este sentido, y a modo de ejemplo, en mi tarea como rabino comunitario he tenido la oportunidad de compartir la experiencia de que los niños escriban, dibujen y graben sus propias historias de Januca. El resultado fue fabuloso: contando con un tiempo para buscar en internet algunos datos históricos sobre la festividad, haciendo uso de sus propios conocimientos, y dando rienda suelta a la imaginación, tres grupos de niños de entre 4 y 12 años de edad lograron armar un boceto con diálogos y dibujos que luego fueron transformados en Video-comics a los cuales pudieron luego acceder desde la plataforma de Youtube.
Este tipo de experiencias nos demuestran que si los niños o adolescentes están incentivados, harán una gran tarea que les generará no sólo el orgullo de ver su propia obra expuesta, sino también un aprendizaje que es a la vez tanto significativo como de colaboración junto a sus pares.
Y es por eso que si queremos que nuestra tradición no sea considerada como arcaica y obsoleta, no podemos dejar de desatender la segunda de las herramientas que creo significativa en los marcos institucionales judíos de nuestros días: Es imprescindible incluir la tecnología en el planeamiento de nuestras actividades. Las diferentes herramientas tecnológicas nos ayudarán a pensar en distintos tipos de propuestas. Porque aun cuando la tecnología no puede ser un fin, debería sumarse como herramienta central que contribuya a tomar los valores y narrativas de nuestra tradición de manera que se integren a la vida de los aprendices.
En mi experiencia personal como rabino de congregación, he podido experimentar con estas nuevas tecnologías diferentes, obteniendo en la mayoría de los casos resultados positivos. Además de los Video-comics de Januca, también utilizamos la plataforma de video para dos proyectos educativos más: por un lado, en la época de la guerra en Gaza (principios de 2009) grabamos un video para los niños de la comunidad conservadora de Ashkelon en el cual nuestros jóvenes debían hablar en hebreo y transmitir sus propios sentimientos y sensaciones frente a lo que ocurría. De esta manera, logramos que el hebreo dejara de ser para ellos un idioma absolutamente ajeno a su realidad cotidiana para transformarse en puente de comunicación y conducto para reforzar la identidad sionista de cada uno de ellos.
El otro proyecto consistió en rodar y editar una película casera con la historia de Jerusalem. Durante parte del año los niños aprendieron sobre la capital de Israel, y con el grupo de morot de la comunidad decidimos trasladar esas clases de historia a un guión con diversas escenas. Aun cuando en este caso el texto fue escrito en su mayoría por los docentes, fueron los niños quienes eligieron que momentos de la historia resaltar (David y Goliat, la destrucción de Jerusalem y el rol del profeta Jeremías, los Macabeos, etc.), y luego fueron ellos quienes se dedicaron a la división de los papeles, a aprenderse los diálogos, a buscar el vestuario adecuado y a pensar en la escenografía. Al menos desde lo aprendido por nuestra experiencia, el recurso de la filmación (y luego la exposición del video en nuestro propio blog) es un camino interesante para generar propuestas que no se olvidan fácilmente.
Pero no solo con video hemos experimentado en mi comunidad. También probamos algunas cosas con audio. Por ejemplo, con el grupo de niños en edad de Bar o Bat Mitzva trabajamos durante un tiempo sobre el lugar de la Tora Oral en la tradición judía, y comenzamos a grabar sesiones en las que éramos nosotros los que hacíamos nuestra propio Talmud, platicando en nuestro caso sobre el Tratado de Avot (también conocido como Pirkei Avot o Tratado de Principios).
De igual manera hemos utilizado el audio para la grabación de podcasts con pequeñas clases que en este caso están pensadas para un público más adulto. Aun cuando los podcasts pierden toda posibilidad de interacción desde el origen, creo que es indispensable que las instituciones judías puedan generar este tipo de materiales, y compartirlos tanto con sus socios como con el resto de los interesados. Estas clases, pláticas, o entrevistas (recordemos que el podcast sigue siendo una herramienta para probar otras cosas) enriquecen el diálogo, e invitan a todos aquellos que así lo quieran a sumar no solo su escucha sino eventualmente también su voz a partir de los comentarios que las páginas de blogs o podcasts poseen.
Cierro con el rol de lo que se conoce hoy en día como la web 2.0, o web social. Aquello que buscamos en el marco educativo que proponen (o deberían proponer) nuestras instituciones es conectarnos. Nos conectamos con nuestros pares, con nuestro pasado, con nuestras tradiciones y valores, con el diseño en constante devenir de nuestro presente, y con las narraciones que nos permiten planificar un futuro en común. Para eso es fundamental generar vínculos y sostenerlos. Y en ese sentido, en un mundo en el cual las relaciones trascienden lo que ocurre entre paredes específicas en un momento determinado, la web social puede funcionar como herramienta que nos permita conectarnos y comunicarnos. Las instituciones deben experimentar con plataformas como las de, por ejemplo, Facebook o Twitter, en esta doble función de conectar y comunicar. De esta manera no solo se posicionan las instituciones sino que se comparte el material generado no desde el lugar de la auto-publicidad sino desde el compartir con amigos y socios un diálogo sincero que también se manifiesta desde las herramientas de lo virtual.
En resumidas cuentas, estoy convencido de que el judaísmo no es ni abstracto ni irrelevante, ni arcaico u obsoleto. Pero tampoco es relevante y actual per se. Somos nosotros, judíos en constante devenir, que en nuestro hacer vamos siendo, en dicho hacer vamos construyendo nuestra realidad y nuestro judaísmo. En tanto y en cuanto nuestra realidad y nuestro judaísmo estén integrados en una unidad de sentido congruente, nos será más fácil proponer experiencias educativas que no queden relegadas a los márgenes ni generen aprendizajes significativos.
Las narraciones, la tecnología y nuestras instituciones son buenas herramientas. Pero si realmente queremos que den frutos, es necesario que busquemos con compromiso y sinceridad contribuir desde nuestras propias vidas a la construcción de un judaísmo pleno y vibrante en nuestros días.

Bibliografía
Bekerman Z. & Kopelowitz E. (2008), The Unintended Consequence of Liberal Jewish Schooling: A Comparative Study of the Teaching of Jewish Texts for the Purpose of Cultural Sustainability, en: Bekerman Z. & Kopelowitz E., eds., Cultural Education – Cultural Sustainability: Minority, Diaspora, Indigenous and Ethno-Religious Groups in Multicultural Societies, New York: Routledge, pp. 323-342
Gombrowicz, W. (1964), Ferdydurke, Buenos Aires: Sudamericana
Lave, J. (1996), Teaching, as Learning, in Practice, Mind, Culture, and Activity 3,3, pp. 149-164
Ranciere, J. (1991), The Ignorant Schoolmaster, Standford: Standford University Press

Proyectos mencionados
Blog de la Comunidad Hebrea de Guadalajara
http://kolhakehila.blogspot.com/

Podcast de la Comunidad Hebrea de Guadalajara
http://chg.podbean.com/

Video-comics de Januca
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=vUn7vePnZ9k
Grupo 1: http://www.youtube.com/watch?v=R_Ef3Q83iDw
Grupo 2: http://www.youtube.com/watch?v=l78twP4M_KE
Grupo 3: http://www.youtube.com/watch?v=u8mmriODb9M

Video por la paz en Israel
http://www.youtube.com/watch?v=JHA531r2PrE

Video sobre la historia de Jerusalem
http://www.youtube.com/watch?v=oEEkNFiYh9Y

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